TEMPLO CENTRAL – EL RESBALON N° 1687 – CERRO NAVIA – TELEFONO (56 2) 649 9048 – CASILLA POSTAL 17015 SECTOR 8
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DUELO ENTRE DIOSES.
“Invocad luego vosotros el nombre de vuestros Dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová;
y el dios que respondiere por fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo:
bien dicho” (1 Reyes 18:24).
Vamos a comparar la condición de Israel en el tiempo de Acab y Jezabel con la Iglesia de Hoy.
1) La Condición de Israel era de total alejamiento de Dios.
El pueblo estaba dividido, no había llovido por tres años y medio, la nación estaba en una
situación desesperada, no sabían que hacer. Pero había uno que si sabía. Cuando llegó el
momento de Elías, lo primero que dijo al pueblo fue: “Acercaos a mi” (vs. 30). Si nosotros
queremos volver a tener el fuego de Dios, debemos acercarnos a Dios. Pero debemos hacerlo con
corazones arrepentidos y listos para confesar nuestros pecados, reconociendo la santidad y el
amor de Dios.
Además, tenemos que comprender que es imposible acercarse a Dios sin acercarnos entre los
hermanos. Generalmente nuestras diferencias surgen por falta de comunicación y entendimiento.
Pero no hay modo de estar cerca de Dios sin tener un mismo sentir entre todos los que
conformamos el cuerpo de Cristo.
2) “Él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado” (vs. 30).
Según la palabra original usada allí, el altar no había sido destruido por los profetas de Baal, sino
que se había arruinado por la negligencia, por falta de uso. Hay tres lugares donde nosotros
debemos reedificar los altares en nuestras vidas:
A) El Altar en la Iglesia: La Iglesia que ora junta permanece junta. Debemos orar los unos por los
otros, ya que el problema, la carga y victoria de uno, son también de los otros.
B) El Altar en el Hogar: Muchos pastores se preocupan y ocupan en las necesidades de los
demás, de la congregación, pero desatienden a su familia, ya no oran juntos en familia ni se
escuchan en casa.
C) El Altar Privado: El lugar donde nos escondemos con Dios a solas, en íntima comunión con
El. Muchas veces gastamos una gran cantidad de tiempo en otras cosas sin tener el altar privado.
Nada lo reemplaza.
3) “Después hizo una zanja alrededor del altar” (vs. 32).
En el campo, cuando se prepara la tierra se debe encender fuego para quemar el pasto. Pero
antes de eso, se ara alrededor del campo, a fin de que escape el fuego. Entonces, en realidad lo
que estaba diciendo Elìas al pedir que cavaran una zanja era: “necesito una zanja de fe, creo que
el fuego viene”. Cuando damos gracias a Dios despuès de la bendiciòn, es gratitud, pero si se la
damos antes, es fe.
4) “Preparó luego la leña” (vs. 33).
Hay varias clases de leña, por ejemplo: Quebracho Colorado, que es una madera durísima y hace
un fuego calientísimo; Quebracho Blanco, que es más suave y se quema más rápido; Pinote, que
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es resinosa y arde rápidamente. Podemos comparar al Quebracho Rojo con la Palabra de Dios,
que siempre arde y da buenas brasas; El Quebracho Blanco, puede ser la meditación; y la
Pinotea, la oración que enciende y mantiene todo ardiendo. En el fuego, la leña tiene que
mantenerse unida, por que de lo contrario se apaga.
5) “Corto El Buey en pedazos, y lo puso sobre la leña” (vs. 33).
No era un cordero (manso), ni una paloma (sìmbolo de la paz) sino que era un buey, conocido por
su fuerza bruta. Este buey representa al “yo”, al cual cada uno de nosotros debemos dejar que
Dios consuma. Elías puso aquel buey sobre la leña para que sea consumido totalmente por el
fuego.
6) “Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña” (vs.
34).
¿Por qué el agua? no solamente pidió cuatro cántaros de agua sino que pidió más. Elías hizo esto
para eliminar toda posibilidad de auto combustión. A veces, en el desierto, la leña que está bajo el
Sol, se enciende por si sola. Pero si está bien mojada, no hay posibilidad de que ello ocurra. De
esta manera, mostraría a todo el pueblo que la gloria de Dios era una realidad.
7) Recién entonces Elías ora.
Note la diferencia con la oración de los profetas de Baal, quienes estuvieron horas implorando y
nadie respondió. La oración de Elías no es una oración de desesperación, es una plegaria corta
(vs. 36-37). El no tenía que gritar frenéticamente ni orar durante horas, ya había hecho todo lo que
debía hacer; ya se había acercado al pueblo, y el pueblo se había acercado a él, y
consecuentemente se habían acercado a Dios; había reparado el altar, puesto la leña, había
quitado toda posibilidad de un fuego espontáneo y ahora simplemente tenía que decir.
“Respondeme Jehová respondeme”.
Conclusión:
Cayo el Fuego de Dios, no cualquier fuego sino el de Jehová, que consumió todo. “El pueblo vio
y dijo: Jehová es el Dios” (vs. 39).
Si nosotros nos acercamos uno al otro, acercándonos a Dios, si volvemos a restaurar el altar en el
Hogar, la Iglesia, el Privado, si hacemos una zanja de fe, si le damos gracias a Dios antes de
recibir el milagro, y consumimos nuestro y”yo”, hacemos una oración de confianza derramando
nuestras lágrimas a Dios como agua, también vendrá el fuego de Dios sobre nuestras vidas y todo
el mundo declarará que el Señor es el Dios verdadero.